Hace unos días regresé de un retiro de silencio de 5 días, una experiencia profundamente sanadora y reparadora para mi sistema nervioso y todo mi ser.
Todos los años como parte de mi compromiso personal para poder acompañar procesos profundos, reafirmo la importancia de invertir en mí misma, en retiros y en formaciones que cultivan y nutren mi esencia para seguir expandiendo la consciencia y el corazón. Como le escuché decir a Fernando de Torrijos una vez, “el arte de cuidar meticulosamente mi jardín interior.”
Los retiros de silencio son, para mí, un bálsamo. Mi sistema nervioso encuentra paz en la quietud, en la introspección, y en ese mágico entorno que surge cuando te alejas del ruido para sintonizarte con la naturaleza y la experiencia directa.
Eramos un grupo de 46 personas unidas en el silencio, conviviendo durante 5 días, acompañándonos solo con la presencia en donde tejimos un espacio seguro para sentir y abrazar el sufrimiento.
Cuando llegamos el jueves, participamos de una charla de bienvenida que nos introdujo al marco del retiro antes de entrar en el silencio. Tuve una breve conversación con mi compañera de habitación, nos presentamos (ella era de Chile) y ya no rompimos el silencio hasta el lunes antes de irnos.
El mayor desafío en estos retiros es mantener el “noble silencio”. Una mirada cómplice, un gesto, por mínimo que sea, puede romper esa condición que es super frágil. Como participante, es crucial evitar el contacto visual y estar plenamente inmersa en la experiencia personal.
Siempre me pasa en retiros largos que recién al tercer día conecto con la ecuanimidad, la paz interna y el disfrute de “no tener que hacer nada”. Durante los primeros días, estuve incómoda con la postura, las rodillas, y poco enfocada.
En los momentos más desafiantes en el zafu, los medios hábiles que me ayudaron a encontrar la ecuanimidad fueron:
-La sonrisa (recordar que la sonrisa es un recurso muy poderoso para mí cuando me encuentro enredada en pensamientos o emociones y cómo fisiológicamente me ayuda a volver a la regulación)
– Tratarme con amabilidad (cuando me encontraba en la autoexigencia)
– Reconectar con la intención (recordar mi para qué siempre me rescata en momentos difíciles)
Confiar en el proceso y permitirme ser guiada por mi intuición me recordó que los obstáculos en la práctica son esenciales para el crecimiento y que el sufrimiento es una parte necesaria de la vida humana. Cuando noté apego a las sensaciones placenteras, me recordé el poder de soltar; cuando me encontré esforzándome para “hacerlo bien”, me abracé con autocompasión.
Un retiro es siempre una profunda experiencia de autoconexión y crecimiento. Nos recuerda la importancia de nutrir el corazón, escuchando nuestra propia voz y apreciar la finitud de nuestra existencia.
Quizás no puedas retirarte por 5 días de la rutina en este momento, pero te animo a que encuentres espacios para priorizarte y dedicarte más momentos de nutrición interna. En tiempos difíciles, necesitamos mirar hacia adentro y recordar lo que es verdaderamente importante.
Siento que se nos olvida con frecuencia.
Un abrazo fuerte,
Kari
Me encanta leerte y seguirte tus consejos impactará. Profundamente mi vida. Gracias
Me encanta leerte y seguirte tus consejos impactará. Profundamente mi vida. Gracias
me alegra que te sientas así, Vir! un abrazo enorme